Es muy habitual que, al pensar en la educación de los más pequeños, surja la duda de cuál es el momento ideal para empezar y cómo enseñar inglés a niños de una forma divertida y adaptada a su edad. No se trata de llenarles la agenda ni de exigirles resultados académicos antes de tiempo, sino de aprovechar una ventana de aprendizaje única que les facilitará el camino para siempre.
En el caso de aprender inglés suele pensarse en que una academia de inglés es la mejor opción.
Si quieres descubrir cómo enseñar inglés a niños a través de juegos y métodos que les harán aprender mientras se divierten, así como conocer el mejor curso de inglés para jóvenes, no te pierdas este artículo.
Beneficios cognitivos del bilingüismo temprano
Más allá de la evidente capacidad para comunicarse en otra lengua, el aprendizaje de idiomas actúa como una potente gimnasia para el cerebro en desarrollo. Diversos estudios neurológicos han demostrado que los niños expuestos a dos idiomas desarrollan una mayor densidad de materia gris en las áreas del cerebro responsables del procesamiento del lenguaje y la atención.
Esto se traduce en ventajas claras en su día a día:
- Mayor capacidad de concentración: al tener que discriminar entre dos sistemas lingüísticos, el cerebro se entrena para filtrar distracciones.
- Mejor resolución de problemas: el pensamiento flexible necesario para cambiar de un idioma a otro fomenta la creatividad y la búsqueda de soluciones alternativas.
- Agilidad mental: los niños bilingües suelen mostrar una mayor rapidez a la hora de cambiar de tarea o adaptarse a nuevas situaciones.
La plasticidad cerebral y la facilidad de absorción
A menudo escuchamos que los niños son “como esponjas”, y esta afirmación tiene una base científica sólida. Durante la infancia, el cerebro posee una plasticidad extraordinaria, lo que significa que es mucho más maleable y capaz de crear nuevas conexiones neuronales que el cerebro de un adulto.
Por eso, si consigues aplicar los mejores métodos para enseñar inglés a niños, tus hijos asimilarán el idioma casi de una forma intuitiva. Absorberán la fonética, la entonación y las estructuras gramaticales sin esfuerzo consciente, simplemente escuchando e interactuando.
Esta capacidad de aprendizaje natural disminuye con la edad, por lo que empezar temprano permite que la pronunciación sea mucho más nativa y fluida.
El aprendizaje a través del juego y la ausencia de vergüenza
Una de las barreras más grandes que enfrentan los adultos y adolescentes al aprender un idioma es el miedo al ridículo o a cometer errores. En la infancia, este filtro social apenas existe. Los niños se lanzan a hablar, experimentan con los sonidos y disfrutan del proceso comunicativo sin la presión de la perfección.
Aprender cómo enseñar inglés a niños desde pequeños para integrarlo en su rutina acabará con la vergüenza y la ansiedad que nos genera estudiarlo por primera vez siendo adolescentes o adultos.
Impacto en su futuro académico y personal
Si bien los beneficios inmediatos son neurológicos y lúdicos, no podemos ignorar la proyección a largo plazo. Vivimos en un mundo globalizado donde el inglés es la lengua franca de la ciencia, la tecnología y los negocios.
Ofrecerles esta base sólida desde pequeños les garantiza:
- Acceso a la información: podrán consumir contenido, libros y recursos educativos de todo el mundo sin barreras.
- Facilidad para terceros idiomas: una vez que el cerebro ha descifrado la lógica de un segundo idioma, aprender un tercero (como el francés o el alemán) resulta mucho más sencillo.
- Confianza personal: dominar una habilidad tan valorada refuerza su autoestima y les abre puertas a experiencias culturales y académicas internacionales en el futuro.
Primeros pasos: claves antes de empezar
Entender cómo enseñar inglés a niños no se trata solo de elegir las herramientas y la metodología, sino de definir la actitud con la que afrontamos el aprendizaje en el hogar.
Para que la experiencia sea exitosa y sostenible en el tiempo, es necesario tener en cuenta ciertos pilares que garantizarán que el inglés se convierta en algo natural y querido, y no en una obligación tediosa.
Crear un entorno positivo y sin presiones
El factor afectivo es determinante en cómo enseñar inglés a niños para asegurar que sea eficaz y divertido. Si el niño percibe el inglés como una imposición, una tarea escolar extra o una fuente de estrés, creará un bloqueo mental que dificultará cualquier avance.
El objetivo principal en esta etapa inicial debe ser que relacionen el idioma con momentos de disfrute, cariño y atención exclusiva por parte de los padres.
Para lograr este ambiente relajado, es recomendable alejarse de la estructura rígida de una clase tradicional. No se trata de sentarlos en una silla a repetir vocabulario, sino de integrar el idioma en su vida. Aquí es donde los métodos para enseñar inglés a niños basados en el afecto y en el juego cobran sentido: si estamos leyendo un cuento, lo hacemos abrazados en el sofá; si estamos cantando, lo hacemos bailando y riendo.
Si en algún momento el niño muestra rechazo o cansancio, lo mejor es parar y cambiar de actividad. Forzar nunca es una buena estrategia.
La constancia sobre la intensidad: rutinas diarias
Uno de los errores más comunes es intentar hacer sesiones muy largas de forma esporádica, por ejemplo, dedicar dos horas el domingo por la tarde.
Seguro que te has dado cuenta de que, si faltas a alguna clase de tu curso de inglés para adultos, cuesta recuperar el ritmo; pues con los más pequeños de la casa sucede lo mismo.
En el aprendizaje de idiomas, y especialmente con niños, la frecuencia es mucho más valiosa que la duración. El cerebro infantil necesita repetición constante para consolidar las nuevas estructuras y el vocabulario.
Lo ideal es establecer “micro-momentos” de inglés integrados en la rutina diaria:
- La hora del baño: un momento perfecto para nombrar partes del cuerpo o juguetes de agua.
- El desayuno: ideal para repasar alimentos y colores de forma casual.
- El trayecto al colegio: aprovechar para escuchar canciones o audiobooks en el coche.
- Cursos:: poder aprender en una academia de inglés después del colegio les ayudará a mejorar rápidamente y a integrarlo como parte de su rutina.
Diez o quince minutos al día, todos los días, tienen un impacto mucho mayor a largo plazo que sesiones maratonianas que acaban agotando a todos. La clave de cómo enseñar inglés a niños reside en que el idioma aparezca de forma orgánica en su día a día.
Adaptar las expectativas a la edad del niño
Es vital tener expectativas realistas para evitar la frustración de toda la familia. El enfoque debe cambiar según su edad:
- Bebés y niños pequeños: el objetivo es la familiarización con los sonidos. No esperéis que repitan, solo que escuchen.
- Etapa preescolar: comienzan a decir palabras sueltas o frases cortas. Aquí los juegos para enseñar inglés a niños son la herramienta principal para fomentar esa primera producción oral sin presión.
- Edad escolar: ya pueden empezar a estructurar frases más complejas, pero siempre respetando sus tiempos.
¿Cómo enseñar inglés a niños si yo no tengo un buen nivel?
Esta es, sin duda, la duda más frecuente y la que más frena a las familias. La respuesta es rotunda: no es necesario ser bilingüe ni tener un nivel avanzado para acompañar a los hijos en este proceso.
De hecho, pensar que necesitas un gran nivel de inglés profesional para enseñar a tus hijos es un error. Vuestro rol no es necesariamente el de “profesor”, sino el de facilitador y compañero de aprendizaje.
- Aprender juntos: si no sabéis una palabra, buscadla juntos. Esto enseña al niño que no saber algo no es malo, sino una oportunidad para aprender.
- Uso de recursos externos: afortunadamente, hoy en día contamos con herramientas que suplen cualquier carencia de pronunciación o gramática. Canciones, vídeos, cuentos narrados por nativos y juguetes interactivos pueden ofrecer el modelo lingüístico correcto.
- Actitud positiva: lo que más transmitís a vuestros hijos es la actitud hacia el idioma. Si ven que os esforzáis, que os divertís y que valoráis el inglés, ellos imitarán ese interés, independientemente de si vuestra pronunciación es perfecta o no.
Métodos para enseñar inglés a niños más efectivos
Los niños aprenden interactuando con el mundo que les rodea, y por eso, los mejores métodos para enseñar inglés a niños son aquellos que convierten el idioma en una experiencia viva y no en una teoría abstracta.
El método de inmersión natural: aprender como la lengua materna
Este método es la respuesta a cómo enseñar inglés a niños para que el idioma no se estudie, sino que se viva. El objetivo es exponerles a situaciones reales y con contexto, evitando así el vicio de traducir mentalmente al español. Para aplicar esto en casa sin ser nativos, funciona muy bien la estrategia de “tiempo y lugar”:
- La hora del inglés: designar un momento específico del día (la hora del baño o la cena) donde solo se habla en inglés.
- Asociación visual: en lugar de decir “manzana es apple”, mostramos la fruta y decimos “this is an apple”. El cerebro asocia el objeto directamente con la palabra en inglés.
- Narración de la vida: describir lo que estamos haciendo en tiempo real (“I am putting on my shoes”, “we are walking to the park”).
Total physical response (TPR): asociar palabras con movimientos
El método de Respuesta Física Total (TPR por sus siglas en inglés) es, posiblemente, una de las herramientas más potentes para las primeras etapas del aprendizaje. Fue desarrollado bajo la idea de que la memoria se activa mejor cuando el cuerpo está involucrado. Es ideal para niños inquietos a los que les cuesta estar sentados.
El funcionamiento es sencillo y muy efectivo:
- Escucha y acción: el adulto da una instrucción (“stand up”, “touch your nose”, “jump”) y el niño debe ejecutarla sin necesidad de hablar, solo demostrando comprensión.
- Sin presión oral: permite que el niño demuestre que entiende mucho antes de que se sienta capaz de hablar, lo que reduce la frustración.
- Conexión mente-cuerpo: al vincular el verbo “run” con la acción de correr, el concepto se fija en la memoria a largo plazo de manera mucho más rápida que leyéndolo en una ficha.
El enfoque lúdico (gamificación): el juego como motor de aprendizaje
¿Cómo enseñar inglés a niños sin juegos? Usar la gamificación consiste en aprender jugando. En el caso de los idiomas, esto significa transformar el aprendizaje en un reto divertido. Las claves para que funcione son:
- Retos y recompensas: utilizar sistemas sencillos como pegatinas o puntos por conseguir pequeños logros (aprenderse los colores, cantar una canción entera).
- Narrativa: envolver el aprendizaje en una historia. No es lo mismo “aprender los animales” que “ayudar al granjero a encontrar los animales que se han escapado”.
- Diversión compartida: los juegos de mesa o cartas adaptados al inglés fomentan la interacción social en el idioma objetivo.
Aprendizaje basado en proyectos: manualidades y experimentos en inglés
Para los niños que disfrutan creando cosas con sus manos, el aprendizaje basado en proyectos (Project Based Learning) es la opción ideal. Este método cambia el foco: el inglés deja de ser el fin para convertirse en el medio necesario para conseguir algo divertido.
- Recetas de cocina: hacer unas galletas o una pizza siguiendo las instrucciones únicamente en inglés (Arts & Crafts).
- Experimentos científicos caseros: crear un volcán con bicarbonato mientras se explican los pasos en inglés.
- Manualidades: seguir tutoriales de papiroflexia o pintura en este idioma.
Juegos para enseñar inglés a niños (divertidos y sencillos)
Los juegos para enseñar inglés a niños no solo rompen la barrera del aburrimiento, sino que generan un contexto emocional positivo que fija el conocimiento mucho mejor que cualquier lección magistral.
Cómo enseñar inglés a niños con juegos de movimiento
A los niños, especialmente a los más pequeños, les cuesta mantener la atención si tienen que estar quietos mucho tiempo. Aprovechar su energía natural es una ventaja si utilizamos juegos que requieran respuesta física.
Simon says (Simón dice)
Este es el rey de los clásicos y uno de los más efectivos para trabajar la comprensión auditiva y el vocabulario de las partes del cuerpo o acciones básicas. La regla es simple: solo deben obedecer si la orden empieza por “Simon says”.
Por ejemplo, “Simon says touch your toes” (tócate los dedos de los pies) o “Simon says jump” (salta). Si simplemente decimos “touch your nose” sin la frase mágica, no deben moverse. Es divertidísimo y muy ágil.
Búsqueda del tesoro (Scavenger hunt)
Perfecto para tardes de lluvia. Podemos esconder objetos por la casa o simplemente pedirles que busquen cosas con ciertas características.
Por ejemplo: “Find something red” (encuentra algo rojo) o “Bring me three spoons” (tráeme tres cucharas). Aquí trabajamos colores, números y vocabulario doméstico en un contexto real.
El semáforo (Red light, Green light)
Un juego genial para el parque o el pasillo de casa. “Green light” significa correr y “Red light” significa congelarse. Se pueden añadir variaciones como “Yellow light” para caminar despacio o “Purple light” para bailar, introduciendo así más verbos de acción.
Juegos de mesa y cartas adaptados
No hace falta gastar un dineral en juegos educativos importados; muchos de los juegos tradicionales se pueden adaptar perfectamente para convertirlos en herramientas lingüísticas.
- Memory (parejas): es uno de los recursos visuales más potentes. Se pueden usar tarjetas con dibujos y palabras. El objetivo es encontrar la pareja, pero la regla de oro debe ser que, para quedarse con las cartas, el niño debe nombrar en voz alta qué hay en la imagen (por ejemplo, “it’s a cat”). Esto refuerza la pronunciación y la memoria visual.
- Bingo de imágenes: en lugar de números, usamos cartones con dibujos de animales, frutas o medios de transporte. Alguien va sacando las fichas y diciendo la palabra en inglés. Es una forma excelente de repasar grupos semánticos completos sin que resulte pesado.
- I spy (Veo, veo): ideal para viajes en coche o tiempos de espera. La frase clásica es “I spy with my little eye, something beginning with…”. Para los más pequeños que aún no saben deletrear, se puede adaptar usando colores: “something… blue”. Esto les obliga a observar su entorno y pensar en el vocabulario en inglés que ya conocen.
Juegos de rol (role-play): imitando la vida real
Si nos preguntamos cómo enseñar inglés a niños para que aprendan a comunicarse poco a poco con una conversación y no solo a decir palabras sueltas, los juegos de imitación son la respuesta. Simular situaciones de la vida real les da herramientas para desenvolverse en el futuro.
- El supermercado: montar una pequeña tienda con alimentos de juguete o reales. Aquí se practican estructuras de interacción social básicas: saludos (“Hello”), peticiones (“Can I have two apples, please?”) y agradecimientos. Además, se repasan los números y las frutas o verduras.
- El médico: con un maletín de juguete, podemos repasar las partes del cuerpo y frases sencillas sobre cómo se sienten (“My arm hurts”, “I have a headache”). Al ponerles en el rol de doctor o paciente, pierden la vergüenza porque están actuando.
- El restaurante: uno hace de camarero y otro de cliente. Es fantástico para aprender vocabulario de comidas, cubiertos y modales en la mesa. Podemos incluso diseñar un pequeño menú en papel con dibujos y precios.
Canciones y rimas con gestos
Aunque técnicamente no sean un “juego” de mesa, las canciones con coreografía funcionan como tal en el cerebro infantil gracias a la repetición y el ritmo.
Canciones como “Head, Shoulders, Knees and Toes” o “The Wheels on the Bus” son imprescindibles. La música ayuda a interiorizar la entonación y el ritmo natural del idioma (la prosodia), algo que es muy difícil de enseñar solo hablando.
Al acompañar la letra con gestos, ayudamos a descifrar el significado sin necesidad de traducir, consolidando el aprendizaje de una manera alegre y natural.
Estrategias de enseñanza según la edad
No es lo mismo plantearse el aprendizaje con un bebé que apenas balbucea que con un preadolescente que ya tiene sus propios intereses y círculo social. Para saber cómo enseñar inglés a niños de una manera apropiada a cada edad, es imprescindible adaptar el enfoque, los materiales y las expectativas a su momento evolutivo.
Personalizar la estrategia no solo garantiza mejores resultados, sino que evita frustraciones innecesarias, asegurando que el inglés crezca con ellos de forma orgánica y respetuosa.
inglés para bebés y niños pequeños (0 a 3 años)
Aquí, la prioridad es el “baño de lenguaje”.
- Exposición auditiva constante: la música es la mejor aliada. Poner canciones de fondo, nanas en inglés o rimas sencillas ayuda a que el oído se acostumbre a la frecuencia y entonación del idioma.
- Narración simple: aunque no respondan, es muy útil hablarles. Frases cortas y repetitivas vinculadas a rutinas (“It’s bath time”, “Let’s eat”) van creando las primeras conexiones neuronales.
- Materiales sensoriales: libros de tela o cartón duro con imágenes grandes y texturas. Señalar y nombrar (“dog”, “cat”, “moon”) es suficiente. No hace falta pedirles que repitan, su cerebro está grabando la información.
inglés para preescolares (3 a 5 años)
Es el momento perfecto para introducir juegos para enseñar inglés a los niños de forma más activa, ya que su capacidad de interacción se dispara.
- Visuales y tangibles: a esta edad necesitan ver y tocar para comprender. Las flashcards (tarjetas de vocabulario) funcionan bien si se usan para jugar, no para examinar.
- Cuentacuentos: les encantan las historias. Leer cuentos ilustrados en inglés, haciendo voces exageradas y muchos gestos, les ayuda a seguir el hilo narrativo aunque no entiendan todas las palabras.
- Rutinas de inmersión: se puede establecer un “rincón del inglés” en casa o usar marionetas que “solo hablan inglés”. Si el niño sabe que el peluche no entiende español, se esforzará por usar las palabras que conoce en inglés para comunicarse.
Primeros años de primaria (6 a 8 años)
Con la entrada en la educación primaria, los niños desarrollan capacidades cognitivas más complejas, como la lectoescritura. Los métodos para enseñar inglés a niños deben evolucionar para incluir estas nuevas habilidades sin perder el factor diversión.
- Introducción a la lectoescritura: si ya leen en español, se pueden introducir libros sencillos en inglés (phonics books). Es importante que tengan mucho apoyo visual y poco texto por página para no abrumar.
- Intereses personales: usar temáticas que les encanten (dinosaurios, espacio, deportes) es la llave maestra para mantener su interés.
- Tecnología educativa: es una etapa excelente para introducir apps y plataformas educativas gamificadas que ofrecen feedback inmediato y sistemas de recompensas.
El salto a la preadolescencia y adolescencia: nuestro enfoque Teens (9 a 15 años)
En My English School sabemos que la franja que va de los 9 a los 15 años es un momento delicado. Los niños dejan de ser “pequeños” y sus intereses cambian radicalmente, por lo que las estrategias que funcionaban cuando son muy pequeños ya no son válidas.
Entender cómo enseñar inglés a niños en esta etapa de transición hacia la adolescencia implica dejar atrás la repetición simple para abrazar un aprendizaje mucho más dinámico, relevante y conectado con su realidad.
En nuestros cursos Teens, el objetivo deja de ser únicamente la familiarización para centrarse en la comunicación real, logrando que el idioma se convierta en una herramienta útil para su futuro académico y social, preparandoles para niveles superiores y pasar a cursos de inglés para conseguir certificaciones oficiales.
Un método comunicativo adaptado a su madurez
A diferencia de las clases tradicionales del colegio, donde a menudo predomina la gramática teórica, en nuestras academias apostamos por una inmersión práctica desde el primer minuto.
En los cursos de inglés para estudiantes usamos nuestro método MySmart English basado en la comunicación natural. Sabemos que a estas edades la vergüenza puede empezar a aparecer, por lo que creamos un entorno de confianza en grupos reducidos donde todos participan.
Los alumnos aprenden haciendo, hablando e interactuando. De esta forma, asimilan la gramática y el vocabulario de manera orgánica, usándolos en contextos de conversación reales en lugar de memorizar listas interminables. Es la evolución natural de los métodos para enseñar inglés a niños: mantener la frescura del aprendizaje pero aumentando la complejidad y la exigencia acorde a su nivel cognitivo.
Prohibido aburrirse
Uno de los grandes retos con los preadolescentes es mantener su motivación alta. Para lograrlo, nuestras sesiones están diseñadas para ser estimulantes y muy activas. Aunque ya no usamos los mismos juegos para enseñar inglés a niños que utilizaríamos con un preescolar, sí mantenemos el espíritu lúdico a través de dinámicas gamificadas adaptadas a sus intereses.
En nuestros cursos Teens, las actividades evolucionan hacia formatos más retadores:
- Debates y role-plays: planteamos situaciones donde deben defender una opinión o actuar como si estuvieran en un viaje, lo que les obliga a pensar rápido en inglés.
- Proyectos colaborativos: fomentamos el trabajo en equipo para resolver problemas o crear presentaciones, replicando situaciones que se encontrarán en la vida real.
- Uso de tecnología y temas actuales: hablamos de pelis y música, tecnología, cine o redes sociales. Al conectar el inglés con sus pasiones personales, derribamos la barrera de “esto es una asignatura aburrida”.
Conclusión: el regalo de un segundo idioma
Ahora que has visto cómo enseñar inglés a niños seguro que te has convencido de que abrir a tus hijos las puertas del bilingüismo no solo es una buena idea para mejorar el aprendizaje, sino también para pasar tiempo de calidad aprendiendo y disfrutando juntos.
A lo largo de esta guía hemos visto que no existe una fórmula mágica, pero sí ingredientes esenciales: paciencia, constancia y mucho cariño. Ya sea aplicando juegos para enseñar inglés a niños en el salón de casa, integrando pequeñas rutinas diarias o buscando un curso de inglés para jóvenes y niños como el de My English School, lo fundamental es que el proceso sea natural y libre de presiones.
Recuerda que cada niño tiene su propio ritmo y que el objetivo final no es la perfección gramatical inmediata, sino que crezcan viendo el inglés como una herramienta de comunicación apasionante y divertida.





